Fluoruro y PFAS en el agua: Un doble reto para la salud.

El agua potable, un recurso vital, debería ser sinónimo de pureza y salud. Sin embargo, la realidad es más compleja y preocupante.

El flúor y su finalidad inicial:

Originalmente, la adición de flúor al agua se implantó con la intención de fortalecer los dientes y prevenir la caries dental, desde 1945 en Estados Unidos. Sin embargo, a medida que avanzan los estudios, algunas voces críticas se preguntan si los beneficios compensan los posibles riesgos.

Algunos ejemplos de riesgos potenciales se señalan en estudios realizados a nivel óseo, pulmonar, endocrinológico y dermatológico.

En una localidad de Utah (Estados Unidos), cuando se comparó con dos comunidades similares que consumían agua con niveles de flúor inferiores a 0,3 mg/L, se observó un aumento significativo de la frecuencia de fracturas óseas relacionadas con la osteoporosis.

Por otro lado, una investigación epidemiológica realizada en Carolina del Norte demostró que la presencia de dosis mínimas de flúor se asociaba a una mayor prevalencia de demencia primaria de tipo Alzheimer en las zonas con mayores concentraciones de este compuesto en el suministro de agua.

Dos estudios concluyeron que el flúor actúa como disruptor endocrino. En un estudio realizado en Inglaterra, se identificó una mayor incidencia de hipotiroidismo en regiones donde el contenido de flúor en el suministro de agua era elevado.

La exposición tópica a elementos fluorados aumenta el riesgo de desarrollar fluorodermia.

La ingestión de fluoruros conlleva riesgos de diversas enfermedades que afectan a los sistemas esquelético, neurológico, endocrino y dermatológico. La fluorosis dental y esquelética se manifiestan como indicadores de una ingestión crónica y excesiva de fluoruros.

PFAS: Un origen inquietante:

Los PFAS, que incluyen sustancias como el ácido perfluorooctanoico (PFOA) y el ácido perfluorooctanesulfónico (PFOS), proceden de una serie de productos industriales y de consumo, desde utensilios de cocina antiadherentes (como el teflón) hasta productos repelentes al agua. La contaminación del agua potable con PFAS se ha convertido en una preocupación creciente debido a la persistencia de estos compuestos en el medio ambiente y a su capacidad para infiltrarse en las fuentes de agua, ya que diversos estudios han demostrado que pueden plantear riesgos para la salud como:

Impacto en el sistema inmunitario: Los estudios sugieren que la exposición prolongada a los PFAS podría debilitar el sistema inmunitario, aumentando la vulnerabilidad a enfermedades y trastornos. Efectos sobre el desarrollo: La exposición prenatal a los PFAS se asocia a problemas de desarrollo infantil, incluidos problemas de crecimiento y desarrollo neurológico. Cáncer y otros problemas de salud: Las investigaciones han relacionado la exposición a PFAS con un mayor riesgo de cáncer y problemas en órganos como el hígado y la tiroides. Retos normativos y de control:

La complejidad de regular y vigilar la presencia de PFAS en el agua potable plantea importantes retos. La falta de normas uniformes complica la tarea de garantizar la seguridad del suministro de agua.

Alternativas y posibles acciones:

Como alternativas para evitar estas sustancias químicas, se sugiere que, dada la posible presencia de fluoruro y PFAS en el agua potable, las comunidades consideren sistemas de filtración avanzados que puedan abordar ambas cuestiones. Las autoridades deben intensificar sus esfuerzos para establecer y hacer cumplir normas más estrictas sobre la presencia de estos compuestos en el agua potable. Sin embargo, en la mayoría de los casos se requieren infraestructuras especializadas para abastecer a las comunidades, para las que no existen recursos.

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